Visitar la Reserva Yanacocha es adentrarse en un paisaje imponente. Ubicada a una hora de Quito, en las faldas del volcán Guagua Pichincha, la reserva se extiende entre los 3.080 y 4.400 metros de altitud. El recorrido por la Eco Ruta Paseo del Quinde permite apreciar bosques húmedos montanos, senderos cubiertos de neblina y una exuberante fauna de aves que cautiva.

Creada para preservar al colibrí pechinegro, una especie en peligro crítico y de distribución muy limitada, Yanacocha es hoy un santuario natural donde conviven colibríes, bandadas de aves y bosques de polylepis. La caminata por la trocha inca ofrece un contacto íntimo con la biodiversidad, acompañado del silencio profundo del bosque. Aquí no hay señal de teléfono, lo que convierte la visita en una desconexión obligatoria que libera del ruido urbano y de la contaminación auditiva. Aunque las mañanas son frías, los instantes de sol calientan suavemente la piel y crean un equilibrio perfecto con el clima andino.
A veinte minutos de Yanacocha se encuentra Santiago de Alambi, una comunidad rural rodeada de montañas y flores que reflejan un modo de vida tranquilo y profundamente conectado con la tierra. Alambi conserva prácticas agrícolas heredadas de sus antepasados. Sus habitantes son conocidos por su amabilidad y hospitalidad: familias que elaboran quesos, cultivan productos tradicionales y reciben con calidez a quienes llegan desde la ciudad.

En este espacio destaca el trabajo de Raíces Nativas, un grupo conformado principalmente por mujeres que lideran la propagación de plantas locales y medicinales, gestionan un vivero comunitario y comparten conocimientos ancestrales sobre la flora andina. Su labor representa un modelo de empoderamiento femenino y sostenibilidad, lo que demuestra cómo la comunidad y la naturaleza pueden crecer juntas. Además, muchas personas que migraron años atrás deciden regresar, impulsadas por el arraigo, la tranquilidad del entorno y el compromiso comunitario.

Paisajes que quitan el aliento, encuentros cercanos con aves exuberantes, alimentos frescos de la zona y un ambiente humano que invita a la conexión auténtica. Es un destino ideal para quienes buscan silencio, naturaleza y una pausa necesaria lejos del bullicio de la ciudad.

