ZOO DE QUITO: CUIDADO Y CONSERVACIÓN ANIMAL

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Visitar el zoológico de Quito en Guayllabamba es una extraordinaria experiencia de contacto con la naturaleza, aprendizaje y diversión. Esa habría sido una descripción adecuada y suficiente hasta antes de un recorrido exclusivo que hicimos por ese espacio, en el cual pudimos descubrir que hay mucho más trabajo detrás de lo que vemos. 
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El pago de la entrada al zoo contribuye a que varios programas de rehabilitación y cuidados puedan seguirse realizando. Se trata de labores costosas y sacrificadas que están salvando la vida, ahora mismo, de 139 animales que requieren atención clínica.

El trabajo de rehabilitación, reinserción y adaptación denominado “Aves rapaces en vuelo” es explicado por Alan García, zoocuidador, quien nos comenta que, actualmente, tienen a su cargo 14 aves de 5 especies diferentes y que tratan de enseñar al público más sobre estas aves que son capturadas como mascotas y prevenir que sean víctimas de ataques humanos, ya sea por mitos (como el caso de los búhos) o por considerarlas un riesgo, tal y como sucedió con un águila andina que permanece en cuidados tras ser herida por perdigones. 
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En otra zona nos encontramos con la doctora Nicole Ormaza, quien es la madre nodriza de un pequeño tamandú de tan solo 10 días de nacido, que fue rescatado en Sucumbíos. Mientras saca de la incubadora al pequeño y lo alimenta, nos cuenta lo complicada que es su atención, que incluye alimentarlo cada dos horas, controlar su temperatura y demás cuidados propios de un bebé, con la diferencia de que es de una especie distinta y delicada, cuya expectativa de vida es escasa en condiciones que no le son propias.

Enero es el mes que más casos atienden en el zoológico, esto debido a que muchos animales son regalados en las festividades decembrinas, luego son abandonados y hallados en pésimas condiciones.

A las especies que se pueden ver en diferentes espacios les proporcionan enseñanzas de conductas naturales y enriquecimiento social. Lo pudimos constatar al ver al oso Timoleón, de más de 20 años de edad, interactuar con sus vecinos los coatíes.


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Asimismo, recorrimos el Mariposario Volare, el cual está lleno de color y especies que se posan con tranquilidad en la exuberante vegetación. Y, aunque las mariposas no se reproducen en este espacio, cumplen todos sus otros procesos mientras enseñan a los visitantes sobre su importancia dentro de la naturaleza.

No menos relevante es el recién inaugurado bosque mágico “LumiSetas”, un lugar donde la luminiscencia atrapa al espectador, al tiempo que, más allá de mitos, se aprende que los hongos están, por comportamiento, más cerca del mundo animal que del vegetal.

Una visita al zoológico de Quito, sin duda, representa más que entretenimiento, como en ocurre en otros países; en este caso, se trata de un lugar en el que se vive un verdadero cuidado y conservación de especies.