El mes de octubre fue elegido como el mes para la concientización del síndrome de Down, para que el mundo conozca las capacidades y logros de las personas que lo tienen. Se celebran sus habilidades y no sus discapacidades. Lo que se busca es la equidad.
Conozcamos un caso relacionado con el tema, una verdadera historia de amor: la de Noemí y su hijo Salvatore. “Cuando él nació, en la primera visita pediátrica nos dieron la noticia de que tenía síndrome de Down. Fue un golpe muy duro para nuestra familia porque no estábamos preparados, vivimos un momento muy duro, pero poco a poco fuimos asimilando y entendimos que Dios ha puesto en nuestra vida a un ángel maravilloso quien ha llegado a llenarnos de su infinito amor”, comenta Noemí.
Esta madre nos cuenta que convivir con Salvatore ha sido un viaje lleno de aprendizaje, de lucha y perseverancia. En sus primeros años de vida fue primordial ayudarlo con estimulación y seguimiento médico para lograr un mejor desarrollo y calidad de vida. El pequeño es un guerrero, en el mes de abril le detectaron leucemia linfoblástica aguda, tiene que seguir un tratamiento de diálisis para combatirla. Pero, como dice su madre, todo está bien, mientras estén en familia y tengan fe.
Noemí, desde el nacimiento de Salvatore, se convirtió en especialista de las personas con síndrome de Down, investigó y fue aprendiendo más y más con el paso del tiempo. Ahora nos menciona algunos mitos y verdades de esta condición.
Mitos y verdades
El síndrome de Down no es una enfermedad. En realidad ellos gozan de buena salud tanto física como mental, lo que sí es verdad es que en los primeros años de vida son susceptibles a sufrir ciertas patologías.
No es verdad que los niños nacen con este síndrome porque sus padres tienen edad avanzada, hay casos de padres jóvenes con hijos con síndrome de Down.
Es falso que el síndrome de Down sea hereditario, hay casos sin ningún antecedente familiar, como el de Noemí.
No son personas agresivas, en realidad ellos son muy cariñosos. Salvatore es muy tranquilo. Quizá algunos presentan un poco de agresividad por tener dificultad para poder expresarse y no ser entendidos.
Ellos sí poseen características físicas desde su nacimiento que los distinguen de los demás como ojos en forma almendrada, nariz pequeña, paladar alto y estrecho que influye en el retraso del habla, bajo tono muscular (piel flácida ), etc.
No es verdad que tienen poca esperanza de vida. Noemí ha conocido a personas con este síndrome que superan los 60 años.
Es cierto que su aprendizaje es más lento, pero con esfuerzo y apoyo avanzan. Son personas capaces de llevar una vida independiente. Con preparación pueden llegar a tener un trabajo normal y desenvolverse en cualquier ámbito.
Finalmente les contamos más sobre Salvatore, a quien le gusta mucho la música, pasa siempre en sintonía. Tiene una jirafa y un elefante que le regalaron cuando era bebé y los hace bailar. En el video que acompaña este artículo, lo pueden conocer.
Sin duda esta es una historia de amor que no vacila ante la tempestad y nos demuestra que no es correcto excluir a las personas porque sean diferentes. La inclusión no solo es positiva para ellos, sino que también para quienes los rodean, que pueden aprender a ver más allá de las apariencias y a amar sin condición.